Bacalar, y la belleza de la Laguna de los Siete
Colores

Al Sur de Quintana Roo, a unos minutos de la capital del Estado, se esconde una de las joyas mejor resguardadas del Caribe Mexicano. El pueblo de Bacalar y su laguna impresionan a turistas nacionales y extranjeros por la belleza natural del ecosistema y el colorido de las aguas que lucen siete tonalidades, que van del azul cristalino al verde esmeralda.

Los mayas habitaron, desde hace más de mil 600 años, estas tierras que fungían como un punto de intercambio de mercancías traídas de otros pueblos de América Central. Tras la llegada de los españoles, en 1543, se fundó la comunidad de Salamanca de Bacalar, pero no fue hasta algunos años después que el poblado se volvió uno de los más importantes de la costa oriental de la Península.

Dada su ubicación geográfica y la prosperidad de sus exportaciones —caoba, palo de tinte, azúcar, frutas y ganado—, fue un blanco constante de ataques piratas, particularmente durante los Siglos XVII y XVIII, razón por la que fue necesario levantar una serie de murallas con torretas y cañones para la defensa de la población y salvaguardar sus riquezas; la fortaleza aún se conserva. Después de la llamada “Guerra de Castas” que dejó despobladas algunas zonas de Quintana Roo, Bacalar resurgió y se convirtió en un centro de desarrollo para otras comunidades de la periferia. Othón Pompeyo Blanco, importante almirante mexicano, fue quien, pacíficamente se acercó a la población indígena de la zona para asegurar la soberanía de la República Mexicana