Barrio Mágico San Agustín de las Cuevas: un Vaticano en la CDMX

Bajo el cerro del Ajusco encontramos Tlalpan, cuyo nombre significa ‘tierra firme’ o ‘sobre la tierra’; y en esta alcaldía, justo en el centro, se ubica el colorido y hermoso Barrio de San Agustín de las Cuevas. San Agustín por su venerado patrono y de las Cuevas porque, con la erupción del volcán Xitle, se formaron varias cavidades, grietas y porosidades en la región.

Este lugar, además de bonito, presenció acontecimientos históricos importantes, como cuando el General Morelos y Pavón estuvo preso antes de ser fusilado. También fue aquí donde se alojó el General Scott durante la invasión de Estados Unidos a México.

A este barrio le han apodado ‘el pequeño Vaticano’, por ser una zona llena de parroquias, conventos, por contar con la Universidad Pontificia, así como sanatorios y hospitales.

Es reconocido por sus casonas con estilos arquitectónicos de varias épocas. También por sus huertas, hermosos jardines y labrados, que crean un ambiente de tranquilidad y belleza.

Si quieres relajarte, basta con comprar una rica nieve, sentarte en una banquita y disfrutar del corazón del barrio mágico de San Agustín de las cuevas: la Plaza de la Constitución. Un lugar adornado con un bonito quiosco. Alrededor de la plaza hay muchos sitios para comer, ¡hay para todos los gustos!

Esta plaza está llena de sitios emblemáticos. Uno de ellos es el Templo y Convento de San Agustín. Su historia se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando frailes franciscanos construyeron una capilla. Más tarde, en el siglo XVII, se entregó a los dominicos, combinando estilos arquitectónicos muy hermosos. Esta orden religiosa además construyó la capilla a la Virgen del Rosario.

También está el Palacio Municipal edificado a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque sus murales se pintaron hasta 1987. En ellos se narra la historia desde la fundación de la Ciudad de Cuicuilco.

Debes visitar el Mercado de la Paz. Te contaré un poco de su historia. Desde el virreinato ya existía un mercado, pero como ya estaba viejo, los vecinos se juntaron a fines del siglo XIX y decidieron colaborar para construirlo. Los del Ajusco llevaron madera; de San Andrés Totoltepec se extrajo la cantera y los de Tlalpan donaron ladrillos y piedra volcánica (que, por cierto, es muy característico de la zona). El terreno lo regaló un vecino, así que fue hecho por y para la comunidad.

Otro lugar famoso en el barrio es la Casa Chata, construida a mediados del siglo XVIII. Se le llamó así justamente porque la puerta principal es un poco achatada. Este lugar era un comisariado, luego un seminario protestante y más tarde, el Museo Nacional de la Charrería. Se restauró en los años 40 y ahora es un centro de investigación de antropología.