Beneficios de dormir bien para el cuerpo y la mente
¿Por qué el sueño es tan importante? Mientras dormimos, el cerebro elabora la información. Soñar también es imprescindible. Dormir 8 horas previene enfermedades. Reducir las horas de sueño también reduce nuestra concentración y nuestra memoria y empeora nuestro humor.
El sueño es para el organismo como una cura intensiva. Los beneficios de dormir bien para el cerebro y el cuerpo son muchos: lo repara física, psíquica y emocionalmente. Sin descanso, al cerebro le cuesta retener recuerdos, aprender y hallar soluciones a los problemas. Dormir no solo influye sobre la apariencia física, sobre cómo nos sentimos o nos desenvolvemos durante el día, sino que mejora el humor, refuerza el sistema inmunitario y recarga de energía.
Para muchas personas, es un regalo precioso, una actividad placentera que aporta bienestar. Sin embargo, para otras conciliar el sueño es un verdadero problema, como para los insomnes.
Hay quienes incluso lo consideran un trámite por el que se ven obligados a pasar cada noche, por lo que escatiman horas al descanso para ganárselas al día. Y aunque esa estrategia puede parecer eficaz a corto plazo, a la larga produce el efecto contrario: sin descansar lo suficiente, la capacidad para disfrutar de nuevas experiencias y adquirir información cae en picado.
Dormir poco puede compromete la salud, las emociones y las relaciones. Descansar bien, de forma regular, es tan necesario como alimentarse; de hecho, si tratásemos de mantenernos despiertos durante días o semanas, moriríamos.
¿PARA QUÉ DORMIMOS? EL CEREBRO SE REORGANIZA DURANTE EL SUEÑO
Hasta hace apenas medio siglo se creía que al dormir el cerebro simplemente se desconectaba. Que era una especie de tiempo muerto, en el que no ocurría nada, salvo que se descansaba. Para la ciencia era un misterio por qué los seres humanos y el resto de animales le consagraban tantas horas al sueño. ¿No los hacía acaso más vulnerables a posibles ataques?
¿Por qué destinar un tercio de la vida al sueño con todo lo que se podría hacer en su lugar?
El primer científico que vislumbró la importancia del sueño fue un psicólogo alemán, Hermann Ebbinghaus, quien se percató de que el cerebro tenía una vida secreta nocturna muy activa. A finales del siglo XIX, indicó que dormir quizá servía para consolidar los recuerdos, impedir que se borrara lo vivido en el día y permitir que al día siguiente se pudiera seguir adquiriendo información.
Sin embargo, la comunidad científica de la época consideró esa idea descabellada y hubo que esperar casi un siglo para que los avances en neurobiología e imagen cerebral mostraran que, mientras dormimos, el cuerpo descansa pero el cerebro sigue trabajando y a toda máquina.
¿CÓMO SE CONSTRUYEN LOS RECUERDOS?
Se observó que, al dormir, el cerebro apenas reduce su actividad en un 20% y que en determinadas fases del sueño, como en la REM (siglas de rapid eye movement o movimiento rápido de ojos), se producen ondas cerebrales a gran escala muy similares a las que ocurren al estar despiertos.
Es más, se vio que grupos formados por miles de neuronas se activan de forma sincronizada a ritmo estable de una a cuatro pulsaciones por segundo durante los periodos llamados de sueño lento.
Durante la noche, el cerebro se encarga nada menos que de procesar, ordenar y archivar la información que se ha ido aprendiendo durante el día. Selecciona la que es relevante y la clasifica para poder la usar al día siguiente de forma eficaz. También se deshace de la que no considera importante. Y cómo hace eso exactamente continúa siendo un misterio.
Un recuerdo se forma al establecerse una conexión entre varios cientos o incluso miles de neuronas. Cada vez que se evoca el recuerdo, se reactivan esas combinaciones o patrones de sinapsis. Pero para que esas conexiones se fijen, el recuerdo debe pasar antes por un largo y complicado proceso por el cual se estabiliza, se potencia y finalmente se almacena.
Las primeras horas tras la adquisición son cruciales. Está guardado en el hipocampo, a la espera de que el cerebro decida qué hacer con él, y allí debe competir con otros miles de recuerdos e informaciones para hacerse un espacio entre las neuronas. Si no consigue fijarse bien, tendrá interferencias; es decir, se mezclará con otros recuerdos. O puede que el cerebro lo deseche y se pierda para siempre.
El sueño lo que hace es reforzar las conexiones entre las células nerviosas, fortalecerlas, para que el recuerdo se consolide y no se mezcle con otros similares.
CONSÚLTALO CON LA ALMOHADA: TOMAMOS MEJORES DECISIONES MIENTRAS DORMIMOS
En ese proceso desempeñan un papel esencial las emociones. Se recuerda mucho mejor lo que nos ha emocionado. Los neurocientíficos creen que esto es así porque las partes encargadas de generarlas, como el lóbulo temporal, también participan en el almacenamiento de información. Las distintas regiones del cerebro se activan durante el sueño «a demanda», conforme requiere el procesamiento de información.
En un estudio realizado en 2005 se monitorizó el cerebro de algunos pianistas mientras aprendían una partitura complicada y vieron que se activaban regiones como el cerebelo izquierdo, el córtex motor, el hipocampo y el córtex prefrontal. Estas áreas se ocupan de la rapidez y la precisión del movimiento de los dedos sobre el teclado.
Por la noche, cuando los músicos dormían, el cerebro volvía una y otra vez sobre las sinapsis o conexiones que se habían establecido durante el aprendizaje. Al día siguiente, los pianistas interpretaban la pieza mejor.
A menudo, las decisiones y soluciones importantes surgen tras «consultarlo» con la almohada. Dormir aporta claridad para enfrentarse al puzle de la vida. Esto es así porque, además de fortalecer recuerdos, el cerebro analiza los datos para descubrir relaciones entre ellos, identificar lo esencial y descartar lo innecesario.
cuerpomente