El cambio climático se agudiza en América Latina y el Caribe
“Este reporte resalta mucho más que los anteriores, la alta vulnerabilidad y riesgo que la región presenta ante el cambio climático”, asegura a DW Edwin Castellanos, coordinador delcapítulo sobre Centroamérica y Sudamérica del informe ‘Impactos, adaptación y vulnerabilidad’, elaborado por el Grupo de Trabajo II para el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
“Este informe tiene un fuerte enfoque en las interacciones entre los sistemas acoplados: clima, ecosistemas, incluyendo su biodiversidad, y la sociedad humana. Estas interacciones son la base de los riesgos emergentes del cambio climático, la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad”, dice a DW Pablo Luis Peri, uno de los coautores de dicho capítulo.
“El sapo dorado era de los bosques nubosos de Costa Rica y ahora está extinto por las sequías de finales del siglo pasado”, lamenta Castellanos, detallando que, según el reporte, “las áreas de mayor impacto observado son los arrecifes de coral, los sistemas de montaña que dependen de los glaciares y los bosques húmedos que han estado sujetos a sequías prolongadas, incluyendo el Amazonas”.
“La selva amazónica se vio muy afectada por las sequías sin precedentes y las temperaturas más altas observadas en 1998, 2005, 2010 y entre 2015 y 2016, atribuidas en parte al cambio climático. Eso resultó en altas tasas de mortalidad de árboles y reducciones en toda la cuenca en cuanto a productividad forestal, convirtiendo momentáneamente áreas de bosques vírgenes de un sumidero de carbono a una fuente de emisión neta de carbono a la atmosfera”, explica Peri, también Coordinador del Programa Nacional Forestal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina.
Entre otros impactos en la región, el investigador argentino también subraya la reducción en la abundancia, densidad y cobertura de coral en América Central, el noroeste y noreste de América del Sur, y un número creciente de eventos de blanqueamiento de coral en América Central y el noreste de América del Sur, así como la pérdida de glaciares en los Andes, del 30% a más del 50% de su superficie desde la década de 1980.
Impactos ambientales y sociales
“En varias áreas de los Andes, los desastres por inundaciones y deslizamientos de tierra han aumentado, y la disponibilidad y calidad del agua y la erosión del suelo se han visto afectadas por factores tanto climáticos como no climáticos”, sostiene Peri.
“Centroamérica es una de las regiones en las que se ha identificado que las precipitaciones pueden disminuir y que puede haber escasez de agua”, explica, por su parte, a DW Tania Guillén, investigadora nicaragüense del Centro de Servicios Climáticos de Alemania (GERICS).
Guillén, que también forma parte de los expertos latinoamericanos del IPCC, advierte de los problemas que pueden desencadenarse con ello: inseguridad alimentaria, hambruna, migraciones o desplazamiento forzado.
“La precipitación reducida y la precipitación alterada al comienzo y al final de la temporada de lluvias y durante la sequía de mediados de verano está afectando la agricultura de subsistencia de secano [terreno de cultivo que solo se riega con agua de lluvia, N. de la R.], particularmente en el Corredor Seco de América Central y en los Andes tropicales”, relata Peri, detallando que la duración del crecimiento del cultivo de maíz en esas regiones se redujo en, al menos, un 5% entre 1981 y 2010, así como entre 2015 y 2019.
En ese sentido, la investigadora nicaragüense recuerda que “len la región centroamericana hay pequeños agricultores con pequeñas áreas de cultivo que, si pierden la cosecha, pierden parte de su subsistencia”.
El reporte también hace hincapié en la relación entre los efectos del aumento de las temperaturas y el aumento de la transmisión de enfermedades como el dengue, el chikunguñá y el zika. “El potencial de reproducción para la transmisión del dengue aumentó entre un 17% y 80% para los períodos1950-54 y 2016-2021, según la subregión, como resultado de los cambios de temperatura y precipitación”, apunta el investigador argentino.
Apretando el acelerador para la adaptación
«En este momento la información que tenemos a mano, y la que se va a seguir generando, nos está diciendo que es más barato que invirtamos ya en el desarrollo bajo en carbono y en medidas de adaptación”, asegura Guillén.
A ese respecto, el informe también revela algún avance: “Las acciones de adaptación ya se están dando en la gran mayoría de regiones; muchos países ya han adoptado sus planes nacionales de adaptación”, subraya Castellanos
“Hay mucha más conciencia del problema en la población en general, y los gobiernos, tanto locales como nacionales, han empezado a tomar acción, aunque muchas veces solo a nivel de planificación”, reconoce Castellanos, que también es director del Observatorio Económico Sostenible de la Universidad del Valle de Guatemala.
En la misma línea se manifiesta Tania Guillén, quien lamenta la “falta de coherencia o priorización de parte de los gobiernos de la región para hacer que los recursos que hay se inviertan en áreas o actividades que priorizan esa transición a un futuro más resiliente al clima”. Y critica la política de subsidios a combustibles fósiles que algunos de ellos llevan a cabo, así como la construcción de megaproyectos, además de la actividad que desarrolla la industria extractiva y los conflictos que se generan con los pueblos indígenas donde esta se lleva a cabo.
No obstante, también hay que tener en cuenta que no todas las medidas de adaptación son efectivas. “El informe tocó otro tema relevante, como lo es la ‘mala adaptación’, es decir medidas que, en lugar de reducir riesgos, los incrementan, o medidas que se dicen de adaptación pero generan mayores emisiones de gases de efecto invernadero”, explica la científica nicaragüense, señalando el uso de aires acondicionados en episodios de olas de calor, usando energía generada por combustibles fósiles.
A pesar de todo ello, Castellanos confía en que la llamada a la acción del informe “debería ayudar a que la región reciba más apoyo internacional y que los gobiernos nacionales también dediquen más esfuerzo a la adaptación de todas las poblaciones”.