El Caribe colombiano: por qué tiene todos los ingredientes para ser el viaje de tu vida
Nadie duda en coronar a Cartagena de Indias, jalonada por su apabullante centro histórico de arquitecturas coloniales, como el kilómetro 0 del turismo colombiano. Con su apodo de la «Ciudad Amurallada» y su pasado de piraterías y conquistas, cuenta hoy con el sello incontestable de la Unesco, Patrimonio de la Humanidad, seduciendo cada año a miles de visitantes que se zambullen de lleno en su pasado, sus recovecos y su magia. Sin embargo, la costa del Caribe colombiano esconde otros destinos sin semejante fama estratosférica, pero que ofrecen, también, su ración de historia y de playas de aguas turquesas, como mandan los cánones de ese mar con maneras de auténtico paraíso.
Ahí está Santa Marta, capital de la provincia de Magdalena; si acaso la ciudad más antigua de Colombia, fundada en 1525 por el español Rodrigo de Bastidas debido a su ubicación estratégica, guarecida en una pequeña bahía y a escasos kilómetros de la Sierra Nevada. De hecho, las propias Santa Marta y Cartagena conforman, junto a Barranquilla, un poderoso triángulo que ejerce de imán para el turismo, y que les ha valido el sobrenombre de «las Perlas del Caribe».
Con su medio millón de habitantes, exprime Santa Marta un eslogan que resume su esencia en apenas un puñado de palabras: la magia de tenerlo todo. Y no le falta razón. En los últimos años, las playas caribeñas que espolvorean la costa son uno de sus principales reclamos. Cinco kilómetros al sur, la playa de Rodadero, con su famoso balneario, destino vacacional de las clases altas. Al norte, tras los cerros de Pescaíto, la playa de Taganga, quizá la más masificada, que sirve además de punto de partida para adentrarse en el Parque Nacional Tayrona, una reserva forestal donde se despereza toda la riqueza natural de la Colombia más salvaje.
Está considerada una de las reservas ecológicas más importantes de Suramérica; en su área marina se han catalogado más de 350 especies de algas, y la flora terrestre asciende a cerca de 800 especies de plantas. En medio de esta bacanal de manglares, lagunas y cascadas tropicales se encuentran las ruinas arqueológicas precolombinas de los asentamientos de la tribu Tayrona. Y ojo: entre sus ilustres habitantes hay pumas, leopardos y jaguares.
DEL MAR A LA SIERRA
Y si bien el mar ha marcado el carácter de esta ciudad, su proximidad a las estribaciones de la Sierra Nevada también ha dejado su impronta en el carácter de la zona. Este sistema montañoso tiene el pico nevado más cercano al mar de todo el planeta; se trata del Gonawindua, también llamado Pico Cristóbal Colón, que se eleva más de 5.700 metros. Dicen, pues, que en la Sierra Nevada se resumen todos los climas del mundo: desde las playas del Caribe a los glaciares que aún existen en la cumbre en apenas un puñado de kilómetros. Este territorio que no ha escapado a las leyendas y a la literatura (ahí están las novelas de García Márquez) es hoy morada de tres tribus indígenas que han resistido al paso del tiempo, y que subsisten gracias a la artesanía.
Pero sin duda, los principales atractivos de Santa Marta están en el corazón de la propia ciudad, donde su pretérito pasado colonial late en cada esquina. Su centro histórico es un constante desfile de señuelos que ayudan a entender las vicisitudes de un asentamiento que lo tuvo todo tras la conquista, que batalló ferozmente por su independencia, que cayó después en el olvido, quedando reducido a apenas 60 casas, y que ha vuelto a recuperar su esplendor gracias al turismo.
Ahí está la Catedral Basílica de Santa Marta, cuyo estilo renacentista, de paredes blanquísimas, es uno de los iconos de la ciudad. No muy lejos de allí se encuentra la Casa de la Aduana, hoy sede del Museo del Oro Tayrona, donde reposaron los restos mortales de uno de los personajes más relevantes en la historia de América Latina: Simón Bolívar. De hecho, el libertador falleció en 1830 en una de las haciendas más notables de la urbe, la Quinta de San Pedro Alejandrino, convertida hoy en un lugar de peregrinación por su valor simbólico.
Construida en el siglo XVII, alcanzó su máximo esplendor gracias a la producción de ron, miel y panela, y aún hoy le sobreviven las estancias donde Bolívar pasó sus últimos días de agonía, postrado en un camastro y custodiado por sus guardias y su médico. En su vocación museística, hoy alberga el Altar de la Patria, un Centro de Arte Contemporáneo y un jardín botánico, y ha sido en numerosas ocasiones escenario de actos oficiales.
MONUMENTOS HISTÓRICOS
Varios edificios históricos ayudan a dibujar el pasado de Santa Marta. El Claustro de San Juan Nepomuceno, del S. XVIII, y que tras sobrevivir a incendios y saqueos de piratas ha albergado distintas instituciones locales: fue el Real Seminario Conciliar y en la actualidad es la Casa de la Aduana. Otra arquitectura que destaca entre las pequeñas construcciones coloniales es el Antiguo Hospital San Juan de Dios, de estilo art deco. Declarado monumento nacional en 1959, hoy es la sede del Museo Etnográfico de la Universidad de Magdalena. Y por pintoresca, no puede faltar en esta lista la Casa de Madame Agustine, una ciudadana francesa que habitó en esta joya colonial de 1745.
Pero Santa Marta también tiene los ojos puestos en el siglo XXI; su medio millón de habitantes lleva a gala el alegre carácter costeño, y la oferta de ocio de la ciudad es un buen termómetro. El Parque de los Novios se ha consolidado en los últimos años como un gran centro gastronómico en el que disfrutar de la cocina colombiana emergente (fusión de los sabores caribeños, de las selvas amazónicas y de las alturas andinas). Esta zona concentra un buen puñado de restaurantes, bares y discotecas abiertos hasta bien entrada la noche y donde nunca falta la música (desde el reguetón más moderno a las tradicionales cumbias y bachatas) . ¿Quién dijo miedo?
A esta oferta de ocio se han apuntado muchos de los hoteles de la zona, convirtiéndose así en dinamizadores de todo tipo de actividades; excursiones a la carta, deportes acuáticos o experiencias culinarias al más alto nivel son solo algunos de los distintos reclamos que pueden encontrarse en estos establecimientos. Ahí está el Santa Marta Marriott Resort Playa Dormida, a escasos minutos del aeropuerto, bautizado por la prensa especializada como un «santuario tropical» por su mezcla de la atmósfera marina, las tradiciones indígenas y la riqueza ecológica como leit motiv de sus estancias. Porque la magia de Santa Marta no se detiene ni cuando el turista se va a dormir.
PURA ESENCIA ‘MICHELIN’ EN PLAYA DORMIDA
Adentrarse en la esencia de un territorio desconocido es, cada vez más, una actividad que trasciende a la simple sucesión de monumentos. Y así lo han entendido los responsables de la cadena hostelera Marriott International al desarrollar una plataforma de experiencias para sus mejores clientes. Marriott Bonvoy es este programa de lealtad que consiste en la acumulación de puntos en distintas estancias, y que después pueden ser canjeados «por experiencias VIP que el dinero no puede comprar». Desde conocer las entrañas de una carrera de Fórmula 1 a, más recientemente, disfrutar de la gastronomía colombiana de la mano de uno de sus chefs más ilustres. Así pudieron comprobarlo los afortunados clientes de Marriott que consiguieron un cubierto en una cena única.
La elaborada por el cocinero colombiano Edwin Rodríguez,alma mater del restaurante Quimbaya de Madrid, en el Marriott Resort Playa Dormida. El chef colombiano, valedor de una estrella Michelin, viajó hasta Santa Marta para recrear, ante un selecto número de comensales, los sabores de una propuesta culinaria que lo ha llevado a lo más alto (en la foto, uno de sus platos). Esta fue la primera incursión de Colombia en este programa de fidelización que promete seguir ofreciendo experiencias ‘impagables’ alrededor del mundo.
GUÍA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
Aerolíneas como Iberia tienen vuelos directos de España a Bogotá. Desde allí, Avianca enlaza con Cartagena de Indias y el Caribe colombiano.
DÓNDE COMER
Restaurante Carmesí. La cocina de esta local basa su filosofía en la fusión de los sabores mediterráneos con las tradiciones caribeñas.
Patio Querido. Con su jardín de las delicias, es el lugar perfecto para disfrutar de algunos de los platos típicos costeños como la canasta del pescador, el filete de atún medregal estofado a baja temperatura o la langosta a la plancha. Y para acompañar, nada mejor que alguno de sus cócteles de autor o zumos tropicales recién hechos.
MÁS INFORMACIÓN
En la web de Turismo de Colombia se desglosa toda la información necesaria para viajar a cualquier rincón del país caribeño: https://colombia.travel/es