Esta pequeña isla es el mejor lugar para bucear entre tesoros en el Caribe
Siglos de historia perviven por encima y por debajo de la línea de flotación de una isla holandesa del Caribe poco conocida.
Con un parque marino más grande que la propia isla, San Eustaquio (o Statia, para las 3500 personas que viven aquí) es uno de los mejores destinos de buceo de la región. Situada a sólo ocho kilómetros al noroeste de la popular San Cristóbal, la isla cuenta con más lugares históricos protegidos bajo el agua y en tierra por kilómetro cuadrado que cualquier otro lugar del Caribe.
En tierra, San Eustaquio rebosa naturaleza. La isla volcánica está rodeada de costas rocosas con playas de arena negra que constituyen importantes lugares de anidación para las tortugas marinas en peligro de extinción. Al sur, el Parque Nacional de Quill/Boven es un refugio para aves raras, como el ave del trópico de pico rojo, y el hábitat de 17 tipos de orquídeas. Coronando la isla está el Quill, un volcán inactivo que es protagonista de decenas de rutas de senderismo, incluida una que se adentra en el cráter boscoso.
Esto es lo que los viajeros deben saber para explorar esta maravilla histórica y natural que a menudo se pasa por alto.
Inmersión en la historia
En el siglo XVIII, San Eustaquio era un puerto libre, lo que lo convertía en uno de los más concurridos del Atlántico y en un importante centro del comercio de esclavos (la isla fue colonizada por los holandeses a principios del siglo XVII). En su apogeo, más de 3 000 barcos anclaban en el puerto anualmente. El éxito económico de la isla le permitió suministrar municiones a Estados Unidos durante la Guerra de la Independencia, un acto secreto de alianza que se reveló con la llegada del bergantín estadounidense Andrew Doria a finales de 1776.
Cuando el barco llegó al puerto con una copia de la Declaración de Independencia, Statia lo saludó con una salva oficial, convirtiendo a los holandeses en los primeros en reconocer la independencia de Estados Unidos. Este acto puso fin a las tensiones entre británicos y holandeses, que condujeron a la cuarta guerra anglo-holandesa. Desde entonces, el «primer saludo» se celebra en San Eustaquio con una recreación cada 9 de agosto, el Día de Statia, una de las fiestas más importantes de la isla después del carnaval.
En la actualidad, los vestigios del pasado de Statia alimentan los 36 puntos de inmersión del Parque Nacional Marino de San Eustaquio, que rodea la isla. Uno de los puntos más destacados de este santuario es Anchor Point, un ancla francesa cubierta de coral que data de alrededor de 1750 y que se esconde tras gigantescas esponjas de barril y paredes de arrecife repletas de langostas y bancos de peces en la costa suroeste de la isla. Cerca de allí se encuentra el pecio Charles L. Brown, un barco cablero que se hundió en 1954 y una de las mayores ruinas del Caribe.
«Por fuentes históricas, como viejos artículos de prensa y correspondencia gubernamental, sabemos que cientos de barcos naufragaron por toda la isla en tiempos de la colonia», dice Ruud Stelten, arqueólogo y director del Shipwreck Survey, una escuela de campo de arqueología subacuática que investiga los naufragios en toda la isla. «Hasta ahora solo hemos encontrado unos pocos».
En 2017, los huracanes Irma y María desenterraron los restos de una embarcación del siglo XVIII ahora llamada Triple Wreck (o SE-504), que la organización de Stelton ha estado estudiando con el Centro de Investigación Arqueológica de San Eustaquio.
El equipo pretende encontrar y preservar artefactos que ayuden a los investigadores a comprender mejor la historia de la isla. Cualquier persona con un certificado de buceo puede unirse al estudio, que sale dos veces al año y explora otros pecios de la isla.
Restos del pasado
Por ley, los buceadores no pueden llevarse objetos a casa, excepto una cosa: las cuentas azules. Estas cuentas de cobalto, que sólo se encuentran en las aguas de San Eustaquio, están repartidas por todo el parque marino. El Blue Bead Hole es un lugar de buceo especialmente popular. Los investigadores afirman que las cuentas se hilaban en fábricas de vidrio de los Países Bajos y se enviaban a San Eustaquio, y posiblemente a otras islas cercanas, donde se utilizaban como moneda para el comercio de bienes y para significar el rango entre la gente esclavizada.
Según la tradición local, cuando se abolió la esclavitud en 1863, los recién emancipados arrojaron las cuentas al mar para celebrarlo. Sin embargo, los estudios sugieren que un barco que transportaba cuentas podría haberse hundido cerca de la isla, lo que hizo que las cuentas se acumularan en un solo lugar. En cualquier caso, su importancia cultural perdura en la historia oral de Statia.
«Las cuentas azules son mi artefacto favorito, y a menudo las llevo con gran orgullo, ya que me hacen sentir más conectada con mis antepasados», dice Misha Spanner, guía del Museo de la Fundación Histórica de San Eustaquio. «Cuando se encuentra una cuenta azul, la mayoría de los lugareños se consideran afortunados».
La historia de la esclavitud en Statia también se está excavando en la tierra. En 2021 los arqueólogos descubrieron un cementerio del siglo XVIII y una cuba de añil en el emplazamiento del nuevo Golden Rock Dive & Nature Resort, una antigua plantación. Es probable que la cuba fuera utilizada por los esclavos para producir el preciado tono azul para teñir telas.
Estos nuevos hallazgos están inspirando un enfoque holístico para conocer la historia de los esclavos de Statia con la participación de la comunidad local, dice Gay Soetekouw, presidente del Centro de Investigación Arqueológica de San Eustaquio. La esperanza es que este enfoque arroje más luz sobre una población cuyas historias personales nunca fueron documentadas.
Conservación del Caribe
Además de la historia, la conservación de los espacios naturales de la isla es una prioridad. Los Parques Nacionales de San Eustaquio animan a los viajeros a conocer la flora y la fauna de la isla mediante excursiones guiadas por la naturaleza y proyectos científicos de voluntariado a través de sus tres áreas protegidas: el santuario marino, el Parque Nacional de Quill/Boven y el Jardín Botánico Miriam C. Schmidt.
Uno de estos programas reunió a ayudantes de la comunidad para vigilar los lugares de anidación de las tortugas en la playa de Zeelandia, investigar las rutas de las ballenas y los delfines e identificar las mantas. Otro se centró en la reforestación dentro y fuera de la costa, con reclutas que plantaron especies autóctonas, como árboles de caucho y uvas de mar, que contribuyen a la biodiversidad y a la protección contra los huracanes.
«Tenemos la suerte de tener esta naturaleza intacta», dice el guía de senderismo Celford Gibbs. «Cuando miras un lugar como San Martín y las otras islas de Sotavento, que están en pleno auge del turismo, los hoteles y los casinos, te das cuenta de que estamos por detrás de ellos en cuanto a desarrollo. Pero es una buena posición porque podemos aprender de sus errores».
Mientras Statia mira a su futuro, Gibbs dice que hay un creciente interés en asegurar que el turismo beneficie a las comunidades locales y a los ecosistemas. Eso significa preservar el patrimonio cultural de la isla, así como sus dones naturales.
En una reciente caminata, Gibbs busca raíces amargas para hacer un té medicinal y explica los beneficios dentales de las hojas del árbol del chicle. Esta actividad proviene de conocimientos ancestrales. Como uno de los tres únicos guías locales, afirma que compartir estos conocimientos heredados con los jóvenes – y los viajeros – es esencial para el futuro de la isla. «Una vez que la gente le coge el gusto a la naturaleza», dice, «siempre vuelve a por más».