La historia política de López Obrador
El Gobierno de México arranca este domingo el primero de 15 eventos para conmemorar a distintos héroes de la patria y tejer un relato político de la historia mexicana
El 4 de febrero, cuando el presidente de México anunció que su última prueba de antígenos había resultado negativa después de contraer la covid-19, lo hizo frente a unas enormes letras doradas que cuelgan en las escaleras del Palacio Nacional: “La Patria es Primero”, una frase atribuida Vicente Guerrero, héroe de la independencia. “Desde luego no se puede comparar la hazaña de este dirigente, de este prócer independentista, con lo que estamos haciendo ahora”, dijo Obrador, y aprovechó para contar una anécdota. A principios del siglo XIX, los ejércitos independentistas se habían fraccionado después del asesinato al líder José María Morelos, y el virreinato le ofreció dinero a Vicente Guerrero a cambio de abandonar la guerra. Su padre le pidió que aceptara la oferta pero Guerrero, explicó Obrador, se opuso pronunciando las tres palabras escritas ahora en el Palacio Nacional. En la visión de la historia que teje el presidente de México, la lección fundamental es que la patria siempre va primero.
La puesta en escena no fue coincidencia. Este domingo el Gobierno arranca una maratón de 15 eventos, de febrero a septiembre, para conmemorar 200 años desde la culminación de la independencia de España, y 500 años desde la caída de Tenochtitlán por los españoles. El primero de estos eventos será en honor a Vicente Guerrero en Culiapám, Oaxaca, donde el prócer de la patria fue asesinado hace 190 años por sus antiguos aliados. Eventos que tendrán aforo limitado pero invitados internacionales espectaculares. Vicente Guerrero fue uno de los líderes afromexicanos de la independencia y para su conmemoración estará presente Martin Luther King III, hijo del ícono de la historia negra en Estados Unidos. Para el segundo evento a finales de febrero –conmemorando la alianza clave de Vicente Guerrero con el otro personaje clave de la independencia, Agustín de Iturbide– está confirmada la visita del presidente de Argentina.
Los 15 eventos, que se celebrarán en distintas esquinas del país, tejen una visión de la historia mexicana que se ha curado minuciosamente desde presidencia con mensajes para la nación pero también para la comunidad internacional. En julio se llevará a cabo uno, por ejemplo, celebrando el natalicio del héroe venezolano Simón Bolívar, con la intención de dar una “perspectiva latinoamericana” a la independencia (“Recuerda que el amor a la patria es primero”, dijo también, en su época, el héroe de la Gran Colombia).
Además de conmemorar a líderes o pactos claves, el Gobierno también planea pedir perdón en tres de estos 15 eventos a los pueblos indígenas maya, yaqui, y a la comunidad china (en 1911 ocurrió en México una de las masacres sinófobas más grandes de América Latina). Obrador pedirá perdón por la violencia y despojo que han sufrido a manos de los distintos gobernantes mexicanos. “Se está buscando una reconciliación hacia ese pasado,” dijo a El PAÍS Eduardo Villegas, coordinador de Memoria Histórica en presidencia. “Hay heridas que no se cierran, pero capítulos sí”, añadió Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia y uno de los que ha participado en el proceso de definir estos eventos. “Se trata de ir cerrando capítulos y de ir diciendo: bueno, estas responsabilidades no las hacemos a un lado. Es verdad, son responsabilidades colectivas. Pero las asume el jefe de Gobierno”.
El historiador supremo
Andrés Manuel López Obrador es un presidente con una fijación hacia el pasado, sobre con respecto a tres hitos que ocurrieron antes de lo que él ha llamado su Cuarta Transformación: la guerra de independencia (a principios del siglo XIX), la guerra de reforma (a mitad) y la revolución mexicana (a principios del siglo XX). “Es un Gobierno que se concibe a sí mismo como heredero y continuador de estas grandes gestas históricas”, dijo a EL PAÍS Felipe Ávila, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, INEHRM, y otro de los que participan en definir las prioridades del año.
En septiembre del 2019, el presidente creó por medio de un decreto una Comisión Nacional de conmemoraciones para la “promoción y reconocimiento de los hechos, procesos y personajes históricos de México”, un organismo coordinado desde presidencia pero en el que participan un sin número de instituciones del Gobierno, desde la Secretaría de Cultura hasta la Armada.
Pero al final del día los que aterrizan qué hecho histórico priorizar es un grupo más pequeño, en el que están actores claves como Eduardo Villegas (filósofo y el coordinador principal de la Comisión), Felipe Ávila (el director del INEHRM), Diego Prieto (director del Instituto Nacional de Antropología Historia), y la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, historiadora que estuvo a cargo el año pasado de una gira por Europa para recuperar piezas arqueológicas para las conmemoraciones de este año. Y al final, las decisiones también pasan por el visto bueno de López Obrador.
“El propio presidente es un gran aficionado, un gran conocedor de la historia”, dice Villegas, coordinador de toda la orquesta. “Todo esto se le pasa a consideración del presidente, no para que el presidente de manera estalinista determine lo que es verdad y no.” Pero la presidencia dice claramente que estas conmemoraciones tienen un carácter político y, explica Villegas, “no se trata de inventar la historia, sino de darle un sentido, una narrativa a lo que está sucediendo en el país”.
Desde su creación la Comisión se ha enfocado en exaltar algunos próceres de la historia como Emiliano Zapata en el 2019, a los 100 años de su muerte; o la líder independentista Leona Vicario, declarada ‘benemérita madre de la patria’ en el 2020; o la escritora Sor Juana Inés de la Cruz, en el 325 aniversario de su fallecimiento.
En los 15 eventos de este año hay una agenda que parece inicialmente muy dispersa pero que, desde la coordinación de presidencia, aseguran que tiene un hilo conductor. De acuerdo a Salvador Rueda, más que una persona como Vicente Guerrero, al presidente le interesa explicar por qué esa persona logró ser líder revolucionario en un momento particular. “En todos ellos siempre se trata de explicar la proporción humana”, dice Rueda. Felipe Arturo Ávila, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones y otro de los que ha participado en la definición de estos eventos, añade que las actividades de este año buscarán darle “un contenido distinto a la historia, en donde se vea que son procesos de actores colectivos, que tienen un compromiso social de construir una nación más justa, más equitativa, más democrática, más plural, más incluyente y más tolerante”.
Pero los 15 eventos del 2021 caen, convenientemente, en un año de elecciones locales, que se celebrarán en junio. “No se puede hacer promoción política, no se puede hablar de logros de gobierno, no se puede hacer proselitismo, no se puede hacer campaña de inducción al voto”, asegura Ávila ante la posibilidad de que los eventos patrióticos sean la oportunidad de López Obrador para conseguir más votos a favor de su partido en las distintas regiones que visitará. “La orientación política [de los eventos] no es partidista sino con respecto a la narrativa de construcción de una identidad nacional, y de una grandeza como país”, reafirma Villegas, el coordinador de los 15 eventos.
El lado no patriótico de la historia
“Yo discrepo un poco en cuanto a la idea de que el gobierno está creando una nueva narrativa oficial”, dijo a EL PAÍS el historiador Alfredo Ávila de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y especialista en historia del siglo XIX. “Creo que en realidad están reciclando la vieja narrativa sobre el pasado mexicano que desde los años ochenta del siglo XIX, y hasta los años cincuenta del siglo XX, fue la dominante”. Una narrativa que “simplifica la historia, poniéndola de manera maniquea entre buenos y malos”.
Los buenos serían en este caso los líderes que ponen la patria primero, y los malos serían los extranjeros colonizadores o los “vende-patrias”. Ávila se pregunta si en los tres eventos de perdón (a los mayas, a los yaquis, a los chinos) se va por ejemplo a aludir de nuevo a la “misma visión tradicional” que el presidente ha compartido en discursos pasados. Hace un año, cuando Obrador mencionó las disculpas por primera vez, habló de “asumir también la represión que se llevó a cabo en contra del pueblo yaqui, el pueblo maya, durante el Porfiriato”. Hacía referencia al militar Porfirio Díaz, que tomó el poder en 1871 hasta la revolución mexicana. Los porfiristas fueron sin duda increíblemente violentos contra Yaquis, Mayas y Chinos, pero la historia de violencia contra estos pueblos es mucho más larga y compleja.
“Es mentira que hayan sido porfiristas solamente’’, dice Ávila. “La guerra del Yaqui es una guerra que viene de la época colonial, ya hay enfrentamientos entre tropas de vecinos, milicias de colonos en Sonora en contra los de los Yaquis, desde el siglo XVIII. En el siglo XIX, tan pronto como 1826” –después de la independencia– “ya hay levantamientos en el río Yaqui porque las comunidades se están defendiendo de estos colonos que van por sus tierras”.
Rodrigo Moreno, también historiador de la UNAM y experto en el periodo de independencia, dice ver en los 15 eventos del Gobierno un “programa ambicioso”, que en vez de darle una coherencia cronológica a las conmemoraciones combinó temas tan distintos como el perdón a un pueblo indígena con el natalicio de Simón Bolívar. “Se va de una época a otra, de un personaje a otro, y de una intención a otra. Bueno, conforme pasen los actos se le otorgará su unidad, pero como programa parece que la coherencia está un poco dispersa”, dice Moreno, quien está interesado seguir el relato de las conmemoraciones, no para corregir al Presidente, sino porque poco a poco se revelará “el discurso articulador de lo nacional, de lo estatal, y hasta cierto punto legitimador de su política”.
Más que entender procesos históricos, dice Moreno, al igual que otros gobiernos, López Obrador intenta “exaltar valores”. “Hay como dos concepciones, dos usos, dos expresiones de la historia que parecieran no conciliables,” dice. “Aquella que busca restituir la complejidad, y que a partir de la conciencia de esa complejidad histórica propone explicaciones, siempre criticables y frágiles; y la otra que al contrario busca fijar un relato uniforme, coherente, linear, y casi siempre teleológico. Un relato que debe llegar a un fin determinado”.
En el mundo de la historia se conoce aún relativamente poco de Vicente Guerrero. Aunque hay un estado de México con su nombre, además de estatuas enormes y letras doradas recordándolo como héroe de la independencia, son menos conocidos los retos que enfrentó para ser líder independentista como hombre negro; o la enorme popularidad que tenía en la población mexicana; o sobre su rol clave para abolir la esclavitud cuando fue presidente durante 10 meses.
“A mi me parece que es positivo”, dijo a EL PAÍS la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia María Elisa Velázquez, experta en historia afromexicana, sobre la posibilidad de conmemorar a Guerrero como líder clave del pueblo negro en México. “Porque casi todos los mexicanos sabemos quién es Guerrero, pero no sabemos de su afrodescendencia, de su historia. Más que Guerrero, lo que es clave es enfocarse en la historia de la población afrodescendiente que participó en esta guerra. Ahora me intriga si habrá afromexicanos en esa conmemoración”.
“Me temo que el discurso conmemorativo vaya de nuevo a recuperar valores, no problemas,” dice Ávila. “Es decir, que vayamos otra vez a recurrir a Guerrero porque es el insurgente persistente, porque es el insurgente noble que accede a subordinarse a Iturbide en pos del beneficio de la patria. No estoy diciendo que esto sea falso. Lo que estoy diciendo es que el discurso conmemorativo se va a dedicar a exaltar estos valores y no a explorar estos problemas. Le vamos a exigir a esos personajes que resuelvan los problemas que nosotros mismos no estamos logrando resolver como sociedad”.