La influencia de la obesidad en la salud mental
Expertos de la salud compartieron sus reflexiones sobre por qué es tan importante que esta condición sea tratada, no solo desde el componente físico, sino también desde el emocional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) toma como referencia la diferencia que tiene la obesidad con el sobrepeso, que es el siguiente nivel después de un promedio de normalidad. Se habla entonces de obesidad cuando el exceso de calorías en relación con el gasto calórico de un individuo genera una acumulación de grasa corporal superior a los 30 puntos al comparar el peso y la estatura de la persona. Esta enfermedad es crónica y representa un mayor riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, metabólicas, ortopédicas, psicosociales, entre muchas otras.
Según la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional el 56 % de los mexicanos entre los 18 y 64 años, sufren de sobrepeso u obesidad y una de cada cinco personas padece esta patología. Sin embargo, de lo que poco se habla es de cómo esta condición influye en la salud mental de quienes la padecen y las razones por las que esta debe ser abordada de manera interinstitucional.
Esto partiendo del hecho de que, según expertos de la salud, la obesidad es una enfermedad multicausal, que si bien está relacionada con tipos de hábitos nocivos, también puede estar ligada a algún trastorno psicológico.
Uno de los factores que influyen en la obesidad es el emocional, puesto que muchas veces la ingesta de alimentos se vuelve una estrategia de regulación emocional. Cuando las personas tienen que enfrentar alguna emoción que no saben cómo hacerlo, recurren a la comida como una estrategia de regulación. Esto se ve en algunos diagnósticos como ansiedad, depresión, pero no hay que dejar de lado el estrés y otras situaciones cotidianas que nos producen alguna alteración emocional.
Existen otros tipos de causas que hacen necesario que la enfermedad se intervenga desde diferentes dimensiones y especialidades. Nunca se puede pensar en que existe una mente saludable sin cuerpo saludable y viceversa. Por ende, se considera fundamental que el tratamiento tenga el componente psicológico para que este sea efectivo y perdurable.
No se puede llevar a ningún paciente a cirugía sin normalizar sus conductas psicológicas. Siempre se debe llevar en el mejor estado físico y emocional. Cuando las personas bajan de peso y se enfrentan a situaciones estresantes, nuevamente recaen a malos hábitos y costumbres. Por ello, aunque la cirugía es el tratamiento más efectivo, no puede desligarse de un manejo psicológico.
El tratamiento pasa por evaluación psiquiátrica, nutricional, endocrina, desde la medicina del deporte y la cirugía bariátrica. Lo que hacemos es valorar el mismo paciente y llevarlo a una punta donde sacamos conclusiones del mejor tratamiento. Por ejemplo, definimos si el paciente está decidido a un cambio de vida y si está dispuesto a tener seguimiento y lógicamente enseñarle nuevos hábitos alimenticios, cómo manejar el estrés y realizar ejercicio.
Las condiciones sociales son un factor que puede incrementar los problemas de salud mental asociados con la obesidad. Para empezar, no se debe hablar de la persona obesa sino de la persona que padece de obesidad, pues es una enfermedad y no un calificativo.
La obesidad tiene una relación multidireccional con la mente y las emociones. Así que enfermedades como la depresión, el trastorno de ansiedad, el trastorno afectivo bipolar, los trastornos de la conducta alimentaria como anorexia y bulimia, pueden favorecer el desarrollo de esta condición. Por eso, llamar a alguien obeso crea un estigma social que lleva a mayores problemas para el individuo, lo estereotipa y lo discrimina consciente o inconscientemente.
Existen en la sociedad estigmas y prejuicios que hacen una tortura el desenvolvimiento normal de una personas con la condición. De hecho, les puede ser más difícil conseguir trabajo, tener pareja, pertenecer a grupos culturales, sociales y políticos, además de que pueda llevar a la persona a la depresión, ansiedad, suicidio, entre otros.
Por estas razones, en el proceso es fundamental el apoyo familiar, de pareja, de la empatía de las instituciones y trabajadores de salud y de las políticas de salud pública, para que faciliten el entendimiento de la obesidad como una enfermedad compleja y así desarrollar mecanismos para enfrentarla de la mejor manera.