La «inminente» tormenta de seguridad alimentaria en el Caribe
Con el progresivo aumento de la temporada de huracanes en el Atlántico durante los últimos siete años, la región del Caribe se está acostumbrando demasiado a la devastación que puede producirse, y que a menudo se produce. Sin embargo, se está gestando otra tormenta, que el Banco Mundial ha estado siguiendo desde los primeros momentos de la pandemia de COVID-19. En un informe titulado «Paisajes alimentarios del futuro: Reimaginar la agricultura en América Latina y el Caribe«, sugirió que las reformas urgentes en el sector agrícola son esenciales para apoyar la recuperación de la región de la pandemia, particularmente desde una perspectiva económica.
La inseguridad alimentaria está aumentando, tanto dentro como fuera de la región. Aparte de los efectos de la pandemia, que provocó pérdida de puestos de trabajo e interrupción de las cadenas de suministro habitualmente fiables, muchos ciudadanos del Caribe ya venían sufriendo en lo socioeconómico. El impacto anual de la temporada de huracanes, que muchos relacionan con el agravamiento de la crisis climática, no ha contribuido a mejorar la situación, mientras que el conflicto en Ucrania ha surgido como un compromiso adicional para la seguridad alimentaria mundial, y se acusa a Rusia de cortar las cadenas de suministro de alimentos como táctica de guerra.
Un tuit del 15 de junio del Banco de Desarrollo del Caribe en el que se discutían las conclusiones del Banco Mundial sobre la seguridad alimentaria regional ha contribuido a recordar a los habitantes de la región la urgencia de la cuestión
El Banco Mundial calcula que entre el 80 % y el 90 % de los alimentos que se consumen en la región proceden del extranjero, y solo tres países del Caribe (Guyana, Belice y Haití) producen más del 50 % de sus propios alimentos. – Doctor Gene Leon
El tuit llamó la atención de dos periodistas regionales, Wesley Gibbings y Soyini Grey:
El Banco Mundial calcula que entre el 80 % y el 90 % de los alimentos que se consumen en la región proceden del extranjero, y solo tres países del Caribe (Guyana, Belice y Haití) producen más del 50 % de sus propios alimentos. – Doctor Gene Leon
Definición de una tormenta que se avecina y que ahora está sobre nosotros en el Caribe.
El Banco Mundial calcula que entre el 80 % y el 90 % de los alimentos que se consumen en la región proceden del extranjero, y solo tres países del Caribe (Guyana, Belice y Haití) producen más del 50 % de sus propios alimentos. – Doctor Gene Leon
Profundamente terrible.
En el marco de la 52ª Reunión Anual del Banco de Desarrollo del Caribe, celebrada en islas Turcas y Caicos del 1 al 16 de junio, el presidente del Banco Africano de Desarrollo, Akinwumi Adesina, señaló que la seguridad alimentaria es esencial para el desarrollo del Caribe: «La ayuda alimentaria no puede alimentar a África. La ayuda alimentaria no puede alimentar al Caribe. África y el Caribe necesitan semillas en la tierra y cosechadoras mecánicas para cosechar alimentos abundantes producidos localmente».
«La agricultura no es para reducir la pobreza. La agricultura es para crear riqueza. La agricultura es para la alimentación y la agroindustria».
El presidente del Banco Africano de Desarrollo, Akinwumi A. Adesina, se dirige a los operadores del sector privado para colaborar en el desarrollo de capacidades.
Los seminarios y otras iniciativas regionales destinadas a atraer a la gente al sector agrícola no han afectado mucho la dependencia externa de la región en alimentos; incluso en países que producen una proporción decente de sus propios alimentos enfrentan desafíos. La inestable situación sociopolítica de Haití y los consiguientes problemas económicos, por ejemplo, hacen que la seguridad alimentaria siga siendo una preocupación acuciante, y en Guyana, algunos están optando por saltarse comidas para poder hacer frente a los altos precios de los alimentos.
La inflación también está teniendo un impacto negativo, ya que varios territorios del Caribe han sufrido aumentos mensuales del precio de los alimentos que superan el 5 % desde marzo de 2021. El hecho de que muchas islas importen alimentos, abastecer a la industria del turismo de la que depende gran parte de la región, y para satisfacer la demanda local, significa que el aumento de precios internacionales se repercute. Por lo tanto, la alimentación sana es cada vez más cara, lo que crea un círculo vicioso en la pobreza, acceso a los alimentos y salud.
Según la tercera ronda de la Encuesta de Impacto en la Seguridad Alimentaria y los Medios de Vida de CARICOM COVID-19, serie realizada por la Comunidad del Caribe en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, el 71 % de los encuestados se quejó de que los precios de los alimentos eran más altos de lo habitual. Se calcula que hay entre 2,7 y 2,8 millones de personas –casi el 40 % de la población– que sufren inseguridad alimentaria en el Caribe anglófono, la mayoría pertenecientes a hogares con bajos ingresos.
Las encuestas se llevaron a cabo en abril y junio de 2020, febrero de 2021 y febrero de 2022, y comenzaron como un intento de rastrear el impacto de la pandemia de COVID-19 en la seguridad alimentaria en el Caribe de habla inglesa y holandesa. El preocupante resultado de los datos recopilados es que la prevalencia estimada de la inseguridad alimentaria grave ha aumentado un 72 % desde el inicio de la pandemia y un 44 % entre 2021 y ahora.
Estas preocupaciones van en contra de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas de erradicar la pobreza, el hambre y promover la buena salud. Los Gobiernos regionales son conscientes del problema. A mediados de mayo, el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, fue uno de los varios líderes caribeños que asistieron al Foro y Exposición de Inversiones Agrícolas patrocinado por CARICOM, donde se debatieron cuestiones urgentes como la factura de 6000 millones de dólares de la región en importación de alimentos y necesidad de mejorar los canales de suministro de alimentos. Tras el foro, el primer ministro Rowley afirmó que «ha llegado el momento de tomarse en serio» la autosuficiencia alimentaria.
Por su parte, la Oficina de Estadística de Guyana, en colaboración con la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), lanzó una iniciativa para recopilar, analizar y difundir datos sobre la prevalencia de la inseguridad alimentaria en el país.
Sin embargo, la cuestión de combatir esta amenaza a través de la agricultura depende de otras realidades, como el acceso al agua, semillas y fertilizantes, la capacitación, la rehabilitación de las cuencas hidrográficas y el valor añadido de lo que se produce a través de la transformación de algunos cultivos (en lugar de exportar meras materias primas), todo teniendo en cuenta las prácticas agrícolas sensibles al clima.
Al señalar que la inseguridad alimentaria aumenta el riesgo de disturbios civiles, el columnista de Trinbagonian Jonathan Bhagan sugirió que «una política agrícola nacional que funcione correctamente podría generar empleo e incluso divisas, ya que se pueden exportar cultivos comerciales como el cacao y la pimienta». También considera valioso impulsar el sector agrícola a través de asociaciones público-privadas impulsadas por la inversión extranjera, una vez que se desarrolle una política adecuada: «El resultado sería miles de nuevos empleos y la diversificación de nuestra economía».
Su colega guyanés, el columnista Earl Bousquet, sostuvo que si bien su país –con más de 214 000 kilómetros cuadrados– podría teóricamente alimentar a toda la región de la CARICOM, «es también el deber y la responsabilidad primordial de cada Gobierno satisfacer las necesidades alimentarias de cada nación en su país, invertir más tiempo y recursos en nuevos enfoques de la agricultura, mientras se toman medidas serias para aumentar el acceso de los productos locales a los mercados locales y regionales». Cubrir el evento del Foro y la Expo de Agroinversión de mayo también le dejó la impresión de que el futuro de la agricultura caribeña reside firmemente en la juventud de la región, y explicó que «la agricultura […] ofrece infinitas oportunidades para alterar fundamentalmente las condiciones imperantes que siguen alimentando la fuga de talentos, mientras la región está hambrienta de alimentos locales».
Como explicó Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, en 2020, cuando la pandemia apenas comenzaba: «Necesitamos un sector agrícola que pueda satisfacer las crecientes necesidades alimentarias de la región […] y que, al mismo tiempo, evite un mayor daño a nuestro ambiente». Con mejores políticas y nuevas tecnologías, los sistemas agroalimentarios de la región pueden contribuir más al crecimiento, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria y nutricional».