¿Qué es lo que hace tan especial la arena blanca del Caribe mexicano?
Año tras año miles de viajeros de todo el mundo llegan hasta el Caribe mexicano para visitar esas playas inusualmente blancas. La arena en ciertas zonas de la Riviera Maya, es tan fina y blanca que parece nieve. Y el contraste con el azul turquesa del mar la hace brillar aún más. Esta paradisiaca superficie, familiar en destinos como Cancún, Tulum o Holbox es más suave, cálida y menos pegajosa de lo normal. Se siente casi como talco. Así que resulta inevitable no preguntarse qué es lo que hace tan especial la arena blanca del Caribe mexicano.
El tono y la consistencia únicos se consiguen a través de una inesperada mezcla de factores. Primero, la fuerza de las olas que va pulverizando gradualmente parte de los corales y las conchas del fondo del mar, hasta convertirlas en arena muy fina. Pero, lo que en realidad les da a las playas caribeñas su color tan particular es el excremento de un animal: el pez loro.
Reconocible principalmente por sus colores (a veces naranja intenso, en otros casos verde casi fosforescente), pero también por la boca alargada en forma de pico que le da su nombre, el pez loro es una especie vital para los corales y las playas de zonas tropicales. Se alimenta de las algas que cubren a los arrecifes, lo que contribuye a limpiarlos y liberarlos de parásitos nocivos. En este proceso de alimentación, también ingieren pequeños fragmentos de coral. Más tarde excretará una materia de color blanco que llegará a la orilla en forma de arena.
Expertos le han atribuido a estos desechos más del 70% de la composición de la arena que forma las míticas playas blancas del Caribe mexicano. Es decir, sin su existencia las costas de Quintana Roo o Yucatán podrían ser casi como cualquier otra, sin su particular color blanco que, al fundirse con el mar, las hace únicas en el mundo.