Trucos para un cabello sano

El cómo, cuándo y con qué del cepillado son cuestiones fundamentales para lucir un cabello sano y bonito. De ahí que Philip B (uno de los grandes gurús del cabello en Hollywood a quien Madonna pidió ayuda en los 80 con su oxigenada melena) recomiende con devoción cepillar el cabello todas las noches “entre 10 y 20 pasadas, dependiendo del grosor del pelo, explica.

¿Los motivos? El cepillado exfolia el cuero cabelludo, elimina restos de productos, estimula la circulación sanguínea, favorece su crecimiento y potencia su brillo, explica Eduard Boldova, responsable técnico de la marca de productos profesionales de peluquería Termix. “Gracias al cepillado se eliminan los cabellos en fase telógena (en proceso de caída) dando paso al cabello en fase anágena (el momento del nacimiento del cabello), explica el experto.

Antes de lavar.

Otro gesto que ayuda (y mucho) a mantener la salud de tu melena es cepillar el cabello no sólo por la noche, sino también antes de lavarlo. Así evitas que se enrede en mojado, deshaces nudos que podrían dificultar la penetración del champú y facilitas también el posterior desenredado (precisamente cuando el cabello está húmedo se encuentra en su estado de mayor debilidad y con mayor tendencia a sufrir rotura).

Lo dice María Baras, estilista de Cheska, que recuerda con cariño el que fuera uno de los primeros consejos beauty de su madre. “La recuerdo peinándonos antes de bañarnos a mí y a mis dos hermanas, una detrás de otra. Lo hacía con los cepillos de Mason Pearson de cerdas naturales que compraba en París. Imagínate, era mucho trabajo con tres niñas, pero es muy importante, y más cuando se trata del cabello fino de una niña”, explica.

La temperatura del agua.

Que levante la mano quién no haya oído (más de una vez) lo bueno que es para el cabello hacer el último aclarado con agua fría. Y aunque este gesto es más que recomendable y cierto (el agua fría estimula la circulación sanguínea y cierra la cutícula, lo que se traduce en un cabello más brillante) también es importante la temperatura del agua con la que haces todo el lavado. Y aunque no es necesario que todo el lavado se haga con fría, sí lo es que esté tibia ya que, tal y como nos explica Rafael Artero, shampunier de Pantene, “la fría no disuelve la grasa y el agua caliente daña el cabello”.

No frotar (por favor).

Aunque es una creencia generalizada (la de frotar el cabello vivamente creyendo que cuanta más espuma, más eficaz será el lavado) el shampunier de Pantene nos confirma que es errónea y contraproducente. ¿Los motivos? “Frotando el cuero cabelludo activarás las glándulas sebáceas y se producirá un efecto rebote. Lo que realmente limpia el cabello es el champú. La función de los dedos es únicamente la de repartir el champú en todo el cuero cabelludo”, explica. Por eso, la forma correcta de lavar el cabello es aplicando el champú solo en la raíz y sin subir el resto de la melena a la parte superior de la cabeza (un gesto que, seguro, haces con frecuencia). También es importante, antes de aplicar el champú, mojar el cabello con agua tibia.

Un peine de púas anchas.

Aunque es necesario desenredar el cabello cuando está mojado, es importante recordar que éste es el estado de mayor fragilidad. De ahí que sea fundamental saber elegir el tipo de cepillo a usar. En este momento, Eduardo Sánchez, de Maison Eduardo Sánchez, recomienda apostar por peines de púas anchas. “Comienza a peinar las puntas y ve subiendo hacia las raíces”, explica. Reserva el cepillo (mucho mejor si es de cerdas naturales) “para cuando el cabello esté completamente seco”, explica Philip B.

¿Cambiar de champú?.

Otra creencia popular que puede estar jugándote alguna mala pasada: cambiar de champú “para que el cabello no se acostumbre”. Tal y como explica María Castán, experta científica global de Wella, esta convicción de que el cabello se vuelve inmune a los beneficios de un mismo champú es errónea.

“La verdad es que no hay evidencia científica que pruebe esta creencia. Si hablamos desde un punto de vista biológico, el pelo (la fibra capilar) no tiene vida, por eso, no duele cuando lo cortamos, y es por esta razón por la que no es posible que se acostumbre a algo. Es sólo la percepción de cómo el cabello responde a un producto conocido o a uno nuevo”, explica. Por eso, si te funciona, no lo cambies.

Un aceite, por favor.

Las mascarillas y los acondicionadores ayudan pero, sin duda, los tratamientos que consiguen reparar el cabello sin necesidad de cortarlo son los aceites. Lo dicen dos grandes gurús, Eduardo Sánchez, fan absoluto de los tratamientos en aceite para reparar la fibra capilar y su rotura. Y Philip B, que los recomienda con fervor “si eres esclava del secador o de las planchas. O si tu cabello se ha estropeado a causa de los tratamientos químicos.

Un cabello sano empieza en la raíz. La raíz es la parte más sana del cabello, que se vuelve más deshidratado cuanto más lejos está del cuero cabelludo. El aceite restaura el contenido de cada fibra capilar haciendo que cada una se vuelva translúcida de nuevo, produciendo ese maravilloso brillo que lucen los cabello sanos”, explica Philip B. ¿El modo de aplicación de los tratamientos en aceite? Dos veces por semana, mechón a mechón y, si puedes, dejándolo actuar de 20 minutos a varias horas. “Puedes potenciar su efecto añadiendo alguna fuente de calor como un secador, una envoltura de film o una toalla caliente”, explica. ¿Otra alternativa? Hacer como Eugenia Silva y embadurnar tu cabello (de medios a puntas) en aceite de oliva, recogerlo en un moño y dejarlo actuar toda la noche. Después, lava con normalidad.

No aclares del todo.

De acuerdo. Damos por hecho que conoces (y practicas) la importancia de aplicarse la mascarilla una o dos veces por semana. Pero puede que lo hagas rápido y sin dejarla actuar el tiempo suficiente. Es importante que, siempre que puedas, la dejes actuar más tiempo del habitual, sobre todo en verano, cuando el cabello está más reseco. ¿Lo recomendable? Entre 5 y 20 minutos.

¿Cómo? “Debe hacerse tras el lavado, después de secar el cabello con una toalla y sin desenredarlo, extendiéndola mechón a mechón. Y aplicando calor con un film transparente o con una toalla caliente húmeda”, recomienda María Baras. Y si vas a bajar a la playa o ir a la piscina después, apunta otro truco: no te aclares del todo el cabello y deja algo de mascarilla para que haga de barrera e impida que el cloro penetre directamente.

Saber elegir.

La salud de tu cabello depende mucho de la calidad y del tipo de productos que uses. De ahí que sea fundamental saber el estado en el que se encuentra tu cuero cabelludo y tu melena para poder elegir correctamente el champú que necesita. Para saberlo, puedes llevar a cabo una comprobación muy sencilla pero muy eficiente: abre una raya en tu cuero cabelludo y observa su color.

Si el color es rosado, está sano (con lo cual puedes usar un champú normal en función del resultado que quieras elegir: más volumen, liso… En cambio, si el cuero cabelludo tiene un color opaco o grisáceo, posiblemente tengas un problema de riego sanguíneo y de cabello seco. Y si es un color amarillento, son indicios de tendencia grasa. Elige en estos dos casos un champú específico para cada problema.

Empieza por las puntas.

También es sumamente importante la forma en la que desenredas tu cabello en seco al levantarte. “Lo ideal es realizar el cepillado completamente seco y con suavidad, empezando por las puntas, siguiendo por los medios y acabando en la raíz”, explica el responsable técnico de Termix, que apunta otro gesto fundamental: “Hacer del cepillado un suave masaje para nuestro cuero cabelludo facilita el aporte de nutrientes al bulbo piloso. Notarás que tu cabello se vuelve más brillante y grueso”, explica.

Vogue