Turquía se compromete a proteger el Mar de Mármara del ‘moco marino’ que lo invade.
Se trata de una gruesa capa de materia orgánica que se ha extendido por el mar del sur de Estambul
Turquía se ha comprometido a salvar el Mar de Mármara mediante el lanzamiento de un programa de gestión de desastres que tiene como objetivo limpiar el brote viscoso del ‘moco marino’ que amenaza tanto la vida marina como el trabajo de la industria pesquera.
La gruesa capa de materia orgánica, conocida como ‘moco marino’, se ha extendido por el mar al sur de Estambul cubriendo puertos, costas y franjas de la superficie. Algunos, incluso, se han hundido bajo las olas, sofocando la vida del fondo marino.
El ministro turco de Medio Ambiente, Murat Kurum, dijo que 25 embarcaciones de limpieza de la superficie del mar y colocación de barreras, así como otras 18 embarcaciones, estaban trabajando para prevenir la propagación del ‘moco’. La pesca ilegal y las redes fantasmas se detendrán y Turquía declarará a Mármara un área protegida para finales de 2021, dijo.
«Estamos comenzando nuestros esfuerzos de limpieza tanto en tierra como en el mar en 15 puntos hoy», dijo Kurum. «Estamos decididos a salvar el Mármara y lo salvaremos».
Según ha explicado el ministro, alrededor de 1.000 trabajadores llevarán los desechos a la costa y los transportarán en camiones a las instalaciones municipales.
Los científicos consideran que han sido el cambio climático y la contaminación los que han contribuido a la proliferación de esta sustancia, que contiene una amplia variedad de microorganismos y puede florecer cuando las aguas residuales ricas en nutrientes fluyen hacia el agua de mar.
Los residentes acogieron con satisfacción la limpieza, pero se quejaron de lo que llamaron años de contaminación incontrolada en el mar. «Por supuesto, este ‘moco marino’ es algo que se ha ido provocando a lo largo de los años. A causa de nuestro desconocimiento de años, las sustancias nocivas arrojadas al mar han provocado un vómito en el fondo marino y cuando no había corriente, se quedó allí», dijo Kadir Saydam, un farmacéutico de 65 años.