Una isla del Caribe se está forrando gracias a la inteligencia artificial 

Hace casi un año, el boom de ChatGPT puso en el centro del candelero a la inteligencia artificial. Hasta la irrupción de la herramienta de OpenAI, muchos desconocían las virtudes de una tecnología que, desde hace meses, se ha convertido en imprescindible para cientos de millones de usuarios. Por ello, multitud de compañías se han mostrado interesadas en invertir capital en proyectos relacionados con inteligencia artificial, una situación que ha arrojado un inesperado ganador: Anguila, una pequeña isla del Caribe.

Conocida por ser uno de los destinos paradisíacos más solicitados y seguidos del mundo, la Isla de Anguila es un territorio dominado por Reino Unido ubicado cerca de Puerto Rico. Desde hace décadas, su principal fuente de ingresos es el turismo, pero situaciones como la expansión de la COVID-19 han provocado que esta pequeña localización de apenas 26 kilómetros de longitud tenga que reinventarse. Y, para su fortuna, su bote salvavidas ha llegado en forma de dominio web, ya que desde 1985 a Anguila le pertenece el dominio “.ai”, una extensión que muchas gigantes tecnológicas desean explotar.

Ya han ingresado decenas de millones de euros

Como recoge el portal Ars Technica en una reciente publicación, en 2021 Anguila consiguió ingresar 7,4 millones de dólares por el registro de dominios. Sin embargo, esta cifra se considera ínfima al lado de la cosechada a raíz del auge de ChatGPT. Según estimaciones, Anguila podría conseguir hasta 30 millones de dólares (el 10% de su PIB) en 2023 solo con la venta de su dominio. Y, de hecho, el creciente interés en la IA podría propiciar que esta cifra crezca en 2024, año en el que se estima que el interés en esta tecnología será aún mayor que en la actualidad.

Para muchos expertos, la situación actual de la inteligencia artificial podría ser equiparable a la fiebre del oro. Desde la irrupción en escena de ChatGPT y de otras herramientas como Midjourney, muchas empresas han decidido redireccionar su situación para centrar sus esfuerzos futuros en la inteligencia artificial; los usuarios, por su parte, buscan exprimir las virtudes de estas herramientas a la vez que temen que algunas lleguen a sustituirles en sus puestos de trabajo. Sea como fuere, situaciones como la de Anguila demuestra que, en todas las historias, siempre hay un beneficiado por azar del destino.