Zelenski llega a la Casa Blanca con refuerzos tras la reunión entre Trump y Putin

zelenski---

Esta vez, cuando el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, llegue al Despacho Oval, lo hará con refuerzos.

Una serie de primeros ministros y presidentes europeos acudirán a la reunión del lunes para asegurarse de que una Ucrania viable y defendible sobreviva a cualquier escisión de su territorio que esté a punto de producirse en la mesa de negociaciones.

Pero también están allí para asegurarse de que la alianza transatlántica salga intacta. El cambio de postura repentino del presidente Donald Trump sobre la cuestión crítica de lograr un alto al fuego antes de negociar sobre el territorio o las garantías de seguridad ha dejado a muchos de ellos conmocionados, y preguntándose si Trump se había dejado influir una vez más por el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Según la mayoría de las opiniones, los funcionarios europeos quieren asegurarse de que Trump no se ha acercado demasiado al bando ruso y no intenta forzar a Zelenski a un acuerdo que, en última instancia, sembrará las semillas de la disolución de Ucrania. Y quieren protegerse contra el riesgo de que Estados Unidos, eje de la seguridad europea desde la creación de la OTAN en 1949, socave ese interés.

En una llamada con Zelenski el sábado, Trump ofreció su apoyo a que Estados Unidos garantice la seguridad de Ucrania después de la guerra, un cambio respecto a su postura de que Europa debería soportar la carga de proteger al país, aunque los detalles concretos no estaban claros.

En una conferencia de prensa celebrada el domingo en Bruselas, Ursula von der Leyen, presidenta del brazo ejecutivo de la Unión Europea, destacó la importancia de las garantías de seguridad para Ucrania y el respeto a su territorio. Pero también dijo que era primordial “detener la matanza” e instó a mantener conversaciones entre los presidentes de Rusia, Ucrania y Estados Unidos “lo antes posible”.

Un alto diplomático europeo, que habló bajo condición de anonimato por temor a enfadar a Trump, describió una sensación de pánico entre los aliados europeos. El diplomático no había visto una reunión como la fijada para el lunes celebrarse tan rápidamente desde justo antes de la guerra de Irak.

La principal preocupación, dijo el diplomático, era evitar otra escena como la que tuvo lugar en febrero, cuando Zelenski se reunió con Trump ante las cámaras de televisión en la Casa Blanca.

En aquella reunión, Trump reprendió al presidente ucraniano, al decirle que “tú no tienes la sartén por el mango” en la guerra; esencialmente, le dijo a una potencia extranjera débil que se plegara a las exigencias de otra mucho más poderosa. El presidente volvió a hacerlo el viernes por la noche, después de que Putin volara de regreso al Lejano Oriente ruso, al decir a un entrevistador de Fox News que Ucrania iba a tener que darse cuenta de que Rusia era un país más “poderoso”, y que ese poder significaba que Zelenski iba a tener que hacer concesiones.

El domingo, el secretario de Estado, Marco Rubio, quien asistió a las reuniones con Putin en la base aérea estadounidense de las afueras de Anchorage, rebatió la idea de que los europeos vinieran como un pelotón para proteger a Zelenski de una repetición del enfrentamiento a gritos de febrero.

“No vienen aquí para evitar que Zelenski sea intimidado”, insistió Rubio a Margaret Brennan en el programa Face the Nation de la CBS.

“Vienen mañana porque hemos estado trabajando con los europeos”, dijo, y enumeró las numerosas reuniones que Estados Unidos había mantenido antes y después de la visita de Putin. “Los hemos invitado a venir”.

Funcionarios europeos dijeron el sábado que Trump había dicho a Zelenski que era libre de llevar invitados a la reunión, y posteriormente la Casa Blanca cursó invitaciones a varios dirigentes europeos.

Sea cual sea el motivo que ha llevado a los dirigentes a alterar sus agendas con poca antelación, no cabe duda de que algunos elementos de la negociación pondrán a prueba la cohesión de la alianza atlántica. La agenda de Putin es más amplia que la simple toma de una parte o la totalidad de Ucrania. Durante casi un cuarto de siglo, su mayor ambición ha sido dividir la OTAN, separando a los aliados europeos de Estados Unidos.

Mientras Europa y Ucrania luchan por superar el repentino cambio de estrategia de Trump para poner fin a una guerra que se ha prolongado más de tres años, Putin tiene una nueva oportunidad de hacer realidad su sueño. Estados Unidos y sus aliados europeos parecen seguir ahora estrategias de negociación diferentes.

Las diferencias se han gestado desde hace tiempo. Pero en las semanas previas a la reunión con Putin, estallaron abiertamente. “Hemos terminado con la financiación del negocio de la guerra de Ucrania”, dijo de forma tajante el vicepresidente JD Vance hace una semana.

Los europeos, sin embargo, han prometido un apoyo continuado, a través de una agrupación de países que operan al margen de la alianza de la OTAN. Consiguieron que Trump prometiera suministrar armas, siempre que Estados Unidos recibiera el pago por ellas de las arcas europeas.

El mensaje era claro: defender Ucrania era problema de Europa, no de Washington.

Esa fue una brecha que Putin trató de explotar en Anchorage, y lo hizo hábilmente.

Trump ya ha adoptado muchos de los argumentos de Putin y pocos de Occidente. Incluso antes de reunirse cara a cara con Putin, aseguró al dirigente ruso que la solicitud de Ucrania para ingresar en la OTAN quedaría en suspenso a largo plazo, una postura que también adoptó su predecesor, Joe Biden. En varios momentos, insinuó que Ucrania invitaba a la invasión al solicitar su ingreso en la alianza y en la Unión Europea.

Tras la cumbre del viernes con Putin, dio un paso más. Trump y los aliados europeos habían acordado a principios de semana que un alto al fuego debía preceder a un acuerdo de paz, pero él abandonó ese punto de vista y se puso del lado del líder ruso.

“Con el abandono del alto el fuego por parte de Trump, pero sin que haya hecho referencia a las ‘graves consecuencias’ con las que amenazó, nos encontramos en un momento peligroso para la alianza”, dijo James Stavridis, almirante retirado de la Armada que fue comandante supremo aliado de la OTAN de 2009 a 2013, cuando Estados Unidos aún consideraba a Rusia como un socio de la OTAN, aunque difícil.

Este es exactamente el tipo de división que los líderes europeos intentaban evitar tras el regreso de Trump al poder en enero. El nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ex primer ministro de los Países Bajos, visitó Washington con frecuencia para mantener reuniones discretas con Trump. Estaba decidido a evitar el tipo de ruptura pública que se produjo en el primer mandato, cuando Trump estuvo a punto de retirar a Estados Unidos de lo que denominó una alianza “obsoleta”.

Rutte ayudó a diseñar el anuncio en junio, en una cumbre de la OTAN, de que casi todos los miembros de la alianza se habían comprometido a gastar el 5 por ciento del producto interno bruto en defensa. (De ese porcentaje, el 1,5 por ciento es gasto en infraestructuras solo tangencialmente relacionado con el gasto militar). Esto dio a Trump una victoria temprana y demostró que, aunque con una década de retraso, Europa se tomaba en serio la responsabilidad de su propia defensa. Trump se atribuyó el mérito y abandonó la cumbre con elogios hacia las reformas de la OTAN.

Después, los líderes europeos diseñaron el programa de compra de armas estadounidenses para Ucrania, al reconocer su atractivo para el presidente. Estados Unidos podría seguir siendo el proveedor de armas de Ucrania, pero sin costo para los contribuyentes estadounidenses.

La estrategia pareció dar resultado hace unas semanas, cuando Trump fustigó a Putin por mantener conversaciones amistosas mientras seguía matando civiles. Estableció plazos y amenazó con imponer sanciones secundarias a los países que compraban petróleo a Rusia.

Por primera vez desde la toma de posesión de Trump, el enfoque de Washington, incluida la amenaza de nuevas sanciones sobre el petróleo y el gas rusos si no se producía un alto al fuego, y la continua presión militar y económica de Europa parecían más o menos alineados. El miércoles pasado, los líderes europeos hablaron con Trump, y este acordó mantenerse firme con Putin en que el alto al fuego debe preceder a una negociación de paz más larga.

Esa consonancia es lo que estalló en Anchorage.

“Todos determinaron que la mejor manera de poner fin a la horrible guerra entre Rusia y Ucrania es ir directamente a un Acuerdo de Paz”, escribió Trump en sus redes sociales a primera hora del sábado.

El cambio de actitud de Trump contrasta con la determinación de Putin de mantener el rumbo de la guerra, aunque el número de rusos muertos se haya disparado. “La paz llegará cuando alcancemos nuestros objetivos”, proclamó a finales de 2023.

Incluso entonces, Putin en privado enviaba señales de que estaba abierto a discutir un alto al fuego, pero solo si congelaba las líneas de batalla existentes, lo que significaba que Ucrania tendría que ceder el control de aproximadamente el 20 por ciento de su territorio. Sus propuestas fueron rechazadas en su momento.

Pero ahora el ejército ruso está logrando avances considerables, por lo que Putin ya no tiene interés en un alto al fuego.

“Sienten que tienen impulso en el campo de batalla”, dijo Rubio, “y, francamente, no les importa, no parece importarles mucho cuántos soldados rusos mueran en este empeño”.

“Es un triturador de carne”, añadió, “y simplemente tienen más carne para triturar”.

Esta realidad parece sugerir que no es el momento adecuado para un acuerdo de paz. Puede que Putin calcule que su mejor estrategia es alargar las conversaciones.

Pero cuando los funcionarios europeos y estadounidenses se reúnan en la Casa Blanca el lunes, tendrán que discutir algo más que fronteras. Los europeos tienen que encontrar la manera de convencer a Trump de que ofrezca garantías concretas de seguridad a Ucrania, que podrían incluir una fuerza de mantenimiento de la paz que disuadiera a Putin de reanudar la guerra dentro de unos años.

En su conversación con los líderes europeos tras la cumbre con Putin, Trump insinuó por primera vez que podría estar dispuesto a unirse a ese esfuerzo, aunque se supone que aportaría inteligencia estadounidense, no soldados.

El domingo en Londres, tras una reunión virtual de los países europeos que se autodenominan “coalición de voluntarios” —una frase utilizada en las guerras de Irak y Afganistán—, el primer ministro Keir Starmer, del gobierno británico, emitió una declaración en la que elogiaba a Trump por su “compromiso de ofrecer garantías de seguridad a Ucrania”.

Esa frase parecía destinada a comprometerlo a la iniciativa. La declaración reiteraba que el Reino Unido y otras naciones europeas estaban dispuestas a “desplegar una fuerza de garantía una vez que hayan cesado las hostilidades, y a ayudar a asegurar los cielos y mares de Ucrania y a regenerar las fuerzas armadas ucranianas”.

Estados Unidos nunca ha sido tan específico.